
De
Huertas
y Jardines
Las redes sociales del bosque
La ecóloga forestal canadiense Suzanne Simard descubrió, en la década de 1990, que los árboles de un bosque están conectados por una red hongos asociados a sus raíces, llamados micorrizas, a través de la cual se transfieren nutrientes.
En su experimento pionero, marcó hojas de abedules con carbono radiactivo y comprobó que este carbono era transferido a plántulas vecinas de abeto que crecían en la sombra. En el sentido contrario, el carbono aplicado a las hojas de abeto, durante el invierno, apareció en los abedules.
Estos resultados impulsaron la investigación sobre las redes de micorrizas, que serían bautizadas como Wood Wide Web o "internet del bosque", en un juego de palabras de las siglas en inglés www, cambiando World (mundo) por Wood (bosque).
En sus experimentos y en el de otros científicos también se encontró que los árboles juegan distintos roles dentro de esta red.
Así, los más grandes y viejos (llamados "árboles madre") son los que están más conectados con el resto y, cuando germinan los árboles más jóvenes, les transfieren elementos vitales. En pruebas en las que manipularon las redes de hongos observaron que las plántulas jóvenes sobrevivieron cuatro veces más cuando se habían conectado con los árboles madre que cuando estaban aisladas.
A través de las redes no solo circulan nutrientes, también van señales bioquímicas y eléctricas de un árbol a otro; lo que para algunos especialistas son prueba de la existencia de comunicación real.
Se ha comprobado que abetos que habían sufrido una defoliación severa por insectos transmitieron, por medio de la red de micorrizas, señales de estrés a los árboles vecinos, que a su vez respondieron activando los genes que sintetizan enzimas defensivas. La señal de alerta fue comunicada no solo a los árboles de la misma especie, sino también a los de otras especies.
También se constató que los árboles son capaces de reconocer a sus familiares. Así, por ejemplo, si bien el intercambio es entre todos los individuos, los árboles madre envían más recursos a las plántulas de su especie que a los extraños.
El altruismo del bosque es completo: siempre predomina un movimiento de compuestos desde la planta más rica a la más pobre, los individuos que están en los niveles más altos alimentan a los que están en los niveles más bajos.
Pero también existe un lado oscuro en esta red. Algunos árboles producen compuestos químicos llamados alelopáticos, que inhiben el crecimiento y desarrollo de otras plantas. Por ejemplo, es conocido que las raíces y hojas del nogal tienen juglona que es tóxico para otras plantas. Se ha comprobado que los micelios de los hongos conectados a las raíces del nogal facilitan el transporte de la juglona y así extienden su efecto alelopático por el suelo.
Al parecer, las redes del bosque son fuertes y robustas, pero también pueden ser muy vulnerables: si se eliminan los árboles madre por poda, por sequía, por ataque de plagas, todas las conexiones pueden colapsar porque las madres son los nodos centrales del sistema. De ahí la importancia de protegerlas para hacer un manejo más sostenible.
Fuentes:
Selosse MA, Richard F, He X & Simard SW. 2006. Mycorrhizal networks: des liaisons dangereuses?. TRENDS in Ecology and Evolution Vol.21 (11): 621-628.
Simard SW, Perry DA, Jones MD, Myrold DD, Durall DM & Molina R.1997. Net transfer of carbon between ectomycorrhizal tree species in the field. Nature, 388: 579-582.