
De
Huertas
y Jardines
Dieta mediterránea y cáncer de próstata
El cáncer de próstata es el segundo cáncer más común en los hombres, con casi un millón de casos nuevos diagnosticados en todo el mundo por año.
Dieta, estilo de vida, ambiente y factores genéticos desempeñarían roles fundamentales entre las causas.
Se ha observado que en Europa, los países del sur, que siguen la dieta mediterránea tradicional, tienen una menor incidencia de cáncer de próstata y mortalidad en comparación con otros países.
Las características generales de esta dieta son: alta ingesta de verduras, frutas, nueces, legumbres, cereales y pescado magro, moderado consumo de alcohol y bajas cantidades de leche y carne.
Por ello, se han desarrollado en las últimas décadas numerosos y variados estudios sobre los efectos de la dieta mediterránea en la incidencia de esta temible enfermedad.
Revisando toda esa literatura médica, hoy se puede decir que existen contradicciones entre los resultados, y por ello, el impacto de la adhesión a la dieta mediterránea sobre la salud de la próstata sigue sin estar claro.
Las diferencias entre los estudios incluyen el uso de diferentes índices y criterios de categorización; pero sobre todo, la observación de pacientes con distinto grado de evolución de los tumores. Además, la mayoría se llevó a cabo en el norte de Europa y Estados Unidos, con poblaciones de características relativamente similares.
En una investigación publicada en 2018, realizada por un equipo de 9 investigadores españoles liderado por Noelia Urquiza Salvat, se otorgó por primera vez un puntaje al riesgo de contraer la enfermedad por la población española, en relación a la dieta mediterránea y se observó además los efectos de estos alimentos en la agresividad del cáncer de próstata entre los individuos ya afectados.
Por la alta variabilidad propia del número de componentes de la dieta y de los estilos de vida; los sujetos con cáncer de próstata, que parecían tener menor acceso a la dieta mediterránea que los hombres sanos que participaron del estudio, en realidad tenían un consumo estadísticamente similar de aceite de oliva como la principal grasa culinaria, así como de verduras, frutas y pescado. Por eso, los resultados mostraron que no hubo diferencias en el puntaje de riesgo de enfermarse en cuanto a la adherencia o no a los patrones dietéticos mediterráneos.
Sin embargo, una gran ingesta de salsa de tomate cocido se relacionó positivamente con una menor agresividad de este cáncer.
El licopeno es el pigmento responsable del color rojo oscuro de los productos de tomate. Está probado su rol como antioxidante e inhibidor de la proliferación de células tumorales, y se ha demostrado que la concentración de licopeno en el plasma aumenta significativamente después del consumo de tomates cocinados en aceite de oliva en comparación con el consumo de tomates cocidos sin ella.
En el "sofrito" mediterráneo el tomate se cocina en aceite de oliva virgen, junto a la cebolla y al ajo que, además de aportar moléculas saludables, mejoran la biodisponibilidad del licopeno.
Por lo tanto, el equipo de médicos españoles, concluyó que las relaciones entre los patrones dietéticos mediterráneos y el riesgo de contraer cáncer de próstata todavía no son determinantes y que ameritan más investigaciones. Pero admite que puede existir una relación positiva en frenar el avance de la enfermedad cuando los tumores no están en grados avanzados.
Fuente:
Noelia Urquiza-Salvat, Manrique Pascual-Geler, Olga Lopez-Guarnido, Lourdes Rodrigo, Alba Martinez-Burgos, Jose Manuel Cozar, Francisco Manuel Ocaña-Peinado, Maria Jesus Álvarez-Cubero & Ana Rivas. 2018. Adherence to Mediterranean diet and risk of prostate cancer, The Aging Male. doi.org/10.1080/13685538.2018.1450854