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Florecer bajo tierra es complejo

Pocas plantas resultan tan incomprensibles como la orquídea subterránea Rhizanthella de Australia.

Pasa su ciclo de vida completo, incluida la floración, debajo de la superficie del suelo, convirtiéndose así en un caso único entre las orquídeas, y entre las plantas con flores en general.

Rhizanthella presenta 2 especies: R gardneri, que fue descubierta accidentalmente en 1928 en el oeste de Australia, cuando Jack Trott estaba investigando un extraño agujero que había aparecido en su jardín, del que desenterró una minúscula flor blanca, de más o menos 1,5 cm; y R slateri, que fue descrita por primera vez en 1932, y que crece naturalmente en el este del pais.

Por aquel entonces, ambas especies de Rhizanthella se convirtieron en una sensación internacional.

No era para menos. Fascinantes, enigmáticas, frágiles, difíciles de localizar, bellas flores con un dulce perfume que nunca se ven sobre la superficie del suelo y que aparecen vinculadas de por vida a otras plantas de las que obtienen la energía del sol.

La germinación y el crecimiento de la orquídea están íntimamente relacionados con la presencia de raíces vivas de un arbusto, Melaleuca uncinata asociación conocida como epiparasitismo.

Pero la unión de la orquídea con las raíces del arbusto no es directa, necesita de hongos intermediarios, llamados microrrizas, de las que se han identificado varias especies.

A los científicos les tomó 60 años desde su descubrimiento, la comprensión de la compleja relación tripartita y altamente efectiva entre la orquídea, los hongos y las raíces del arbusto. 

Rhizanthella prefiere suelos empobrecidos, con poco contenido de materia orgánica, es que la notable relación epiparasitaria de la orquídea le asegura los nutrientes para crecer, florecer y producir semillas cuanto más extendido sea el sistema de raíces de Melaleuca, el que adquiere más desarrollo en búsqueda de carbono y otros minerales para el arbusto, cuánto más pobre es el suelo.

Florece en mayo y junio y las semillas maduran dentro de frutos carnosos unos 6 a 7 meses después. Los frutos son muy pequeños, 10 a 15 mm, no se abren con facilidad, lo cual es un rasgo inusual en las orquídeas,  contienen de 50 a 100 semillas con una cubierta espesa y resistente. La robustez de las semillas sugiere que, a diferencia de la mayoría de las orquídeas, no son dispersadas por el viento.

Pero las excentricidades de Rhizanthella no terminan aquí. 

La investigación más actual ha demostrado que también requiere de la asistencia de otros organismos para sobrevivir: para la polinización, termitas del género Drepanotermes, mosquitos fungosos de la familia Cecidomyiidae, una avispa de la familia Alysinae y una mosca del género Megaselia, y para la dispersión de semillas, marsupiales que cavan fosas y las desentierran. 

Tales asociaciones íntimas y complejas son raramente registradas en el reino vegetal y sin duda han jugado un papel fundamental en la incapacidad que muestra la orquídea para hacer frente a la destrucción del hábitat.

Investigadores con el uso de isótopos trazadores están tratando de determinar la naturaleza exacta y el grado de dependencia de la orquídea del sistema de raíces de Melaleuca.

Esta investigación junto con nuevos estudios de secuenciación de ADN para resolver las relaciones taxonómicas y filogenéticas de la orquídea contribuirán al conocimiento necesario para asegurar su conservación, ya que, desde el año 2000, Rhizanthella gardneri permanece al borde de la extinción.

Fuentes:

Bougoure J J, Ludwig M, Brundrett M & Grierson P. 2009. Identity and specificity of the fungi forming mycorrhizas with the rare mycoheterotrophic orchid Rhizanthella gardneri. Mycological Research 113: 1097–1106.

Bougoure, J.J., Brundrett, M.C. & Grierson, P.F. 2010. Carbon and nitrogen supply to the underground orchid, Rhizanthella gardneri. New Phytologist 186: 947–956.

Dixon, K.W., Pate, J.S. & Kuo, J. 1990. The Western Australian subterranean orchid Rhizanthella gardneri Rogers. In: Arditti, J. (Ed.), Orchid biology, reviews and perspectives 5. Timber Press, Portland, pp. 37–62.

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