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Huertas verticales

Las transiciones de la vida rural a la urbana a menudo son impulsadas por promesas de mayores oportunidades económicas, mejor cuidado de la salud, amplio acceso a la educación y transportes más baratos y rápidos. Sin embargo, estas transiciones suelen ser caóticas.

Para 2030, dos tercios de la población mundial residirá en áreas urbanas y habrá más de 40 megaciudades (10 millones de habitantes o más), de las cuales el 80% se ubicará en países de ingresos bajos y medios.

Las megaciudades se caracterizarán, además, por una gran diversidad cultural, socio-económica y racial, así como por la heterogeneidad ambiental.

La demanda de alimentos, la presión de uso de la tierra cultivable, la erosión, diferentes formas de contaminación, restricciones impuestas a las formas de producción por más exigencias de los consumidores que requieren mayor calidad y menos residuos químicos,  continuarán en aumento. 

Una de las respuestas a estos problemas es la agricultura vertical, y en especial la huerta vertical.

Se trata esencialmente de una huerta de interior, basada en un diseño de fábrica, con varios pisos de gran altura. Incluyen el uso de agua reciclada obtenida de la lluvia o de una planta de desalinización, el control automático de temperatura y humedad del aire, calefacción/refrigeración y la iluminación LED suplementaria regulables las 24 horas y con fuentes de energía provenientes de paneles solares.

Una huerta vertical interior puede no necesitar suelo ni sustratos si se utiliza el sistema de hidroponia o de aeroponia (rociado de las raíces con soluciones de nutrientes atomizadas). 

El agua no absorbida puede reciclarse y dismimuye así la necesidad de fertilizantes, herbicidas y pesticidasEl aire puede enriquecerse con dióxido de carbono para favorecer el crecimiento y el desarrollo de las plantas. 

Las huertas verticales pueden aprovechar instalaciones urbanas en desuso, como edificios o depósitos. 

Estas "fábricas" eliminarían muchas restricciones y riesgos de la actividad fruti hortícola, como el calor y la sequía, las plagas, la estacionalidad y los costos de transporte desde lugares remotos.

La volatilidad en los mercados disminuye porque la producción se puede planificar con la demanda.  

El Dr Dickson Despommier de la Universidad de Columbia es conocido como el padre de las granjas verticales. Su libro  The  Vertical  Farm:  Feeding  the  World in the 21th Century publicado en 2010 cautivó la imaginación de la comunidad científica y gradualmente sus conceptos están siendo puestos a prueba e implementados en todo el mundo.

Despommier y otros afirman que, en principio, cualquier cultivo puede desarrollarse en una huerta vertical. Los más exitosos han sido hasta ahora lechuga, tomate y frutilla. Pero los árboles frutales también son factibles si se emplean el diseño espacial y las tecnologías adecuadas, como portainjertos enanizantes.

Una razón para que las hortalizas de hoja verde sean las preferidas en las huertas verticales es que proporcionan un margen de ganancia alto y la provisión a restaurantes próximos con productos locales frescos es una estrategia de mercado exitosa.

Con las huertas verticales se desarrollarán nuevas carreras para los tecnólogos, gerentes de proyectos, trabajadores de mantenimiento, de mercadotecnia. Se demandarán trabajadores para gestionar la siembra, el cultivo, el monitoreo, la cosecha, la investigación y el desarrollo.

Se requerirá que los ingenieros instalen y administren el aire acondicionado, el reciclaje de agua y los controles de iluminación.

Todo esto debe ser acompañado por una mayor investigación en genética vegetal, para optimizar el rendimiento, ampliar el rango de cultivos y obtener una respuesta óptima a las variables climáticas controladas.

Diversos desafíos están planteados, como así también proyectos que ya tienen aplicación comercial.

Como el de la línea aérea Emirates Flight, que invirtió recientemente  40 millones de dólares para construir la instalación agrícola vertical más grande del mundo cerca del Aeropuerto Internacional de Dubai. Cuando se complete, la huerta vertical cubrirá aproximadamente 12.000 m2, y la producción será equivalente a la obtenida en 360 hectáreas de tierras agrícolas convencionales. 

Se prevé cosechar 2.700 kg de verduras de hoja libres de plaguicidas por año, utilizando un 99% menos de agua que los campos de cultivos de la zona.

Debido a que la producción estará al lado de donde se prepararán las comidas de los pasajeros, las emisiones de carbono asociadas con el transporte se reducirán sustancialmente, además de garantizarse la máxima frescura.

Fuentes:

Benke K & Tompkins B. 2017. Future food-production systems: vertical farming and controlled-environment agriculture. Journal Sustainability: Science, Practice and Policy, Vol13, Issue 1 doi.org/10.1080/15487733.2017.1394054
Kalantari F et al. 2017. A Review of Vertical Farming Technology: A Guide for Implementation of Building Integrated Agriculture in Cities. Advanced Engineering Forum Submitted, Vol 24, pp 76-91 ISSN: 2234-991X,  doi:10.4028/www.scientific.net/AEF.24.76

Molin E & Martin M. 2018. Assessing the energy and environmental performance of vertical hydroponic farming. IVL Swedish Environmental Research Institute, Report number C 299, 36 pp ISBN 978-91-88787-35-4

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