
De
Huertas
y Jardines
El vinagre de los cuatro ladrones
Entre 1347 y 1771, muchas ciudades de Europa fueron castigadas por enfermedades causadas por bacterias que se creían transmitidas por diversas plagas, como las ratas, aunque hoy hay evidencia que demuestra que los vectores habrían sido, en realidad, las pulgas y piojos de los propios humanos.
Hasta el 60% de la población sucumbió a la bacteria llamada Yersinia pestis durante estas pandemias que se repitieron periódicamente por casi 450 años.
La famosa Peste Negra, que obtuvo su nombre del síntoma de ganglios linfáticos ennegrecidos, después de que las bacterias ingresaban a través de la piel, se cobró más de 50 millones de vidas.
En uno de esos temibles brotes, entre 1628 y 1631, la enfermedad fue tan violenta y mortal en Marsella, que impedía enterrar apropiadamente a los fallecidos, y por lo tanto, éstos eran llevados y apilados fuera de la ciudad.
Aunque con algunas variantes, la leyenda cuenta que cuatro ladrones despojaban diariamente de sus pertenencias a esos cadáveres y, sin embargo, no enfermaban.
Detenidos, declararon que poseían el secreto para evitar el contagio, y pese a que ofrecieron su fórmula magistral, fueron ahorcados.
En 2,5 litros de vinagre de vino se dejaban macerar durante 10 días: 40 g de artemisia, 40 g de romero, 40 g de salvia, 40 g de menta, 40 g de ruda, 40 g de lavanda, 5 g de canela, 5 g de nuez moscada, 5 g de girasol, 5 g de ajo y 10 g de alcanfor disuelto.
Su uso era rigurosamente externo, para frotarse las manos y el rostro, aunque también hay referencias de que era quemado como desinfectante del aire de las habitaciones.
La fórmula comenzó a usarse desde entonces, y dada su efectividad como remedio preventivo de origen vegetal, la Facultad de Medicina francesa la adoptó agregándole más canela y más ajo.
Así, el vinagre de los cuatro ladrones entró en el Codex farmaceútico europeo por casi 250 años, hasta 1884.
Posiblemente el secreto de su éxito para no contraer la plaga radicaba en que varios de sus ingredientes actúan como repelentes naturales de las pulgas: artemisia, salvia, romero y alcanfor.
En Francia todavía lo preparan en algunas zonas rurales.
Fuentes:
Bourgeois, J.F. & Barja, F .2009. The history of vinegar and of its acetification systems. Arch.Sci. 62:147-160
Luján, N. et al. 1982. Historia, mito y presencia de la flor. Ediciones Salvat, 318 pp ISBN 84-345-4127-0